latidos

Estoy hecha de recuerdos difuminados de noches en vela, palabras entrecortadas, errores y tachones, de ese vértigo que provoca una hoja en blanco, del miedo de un sueño roto, de expectativas hechas añicos, metas que se rompieron antes de cruzarlas. Ojos que dejaron de ser ojos, para contar historias. Ya no hablo, sólo parpadeo. Pensamientos nublados por el eco de una idea, caminos bifurcados debido a catarsis repentinas. Besos vespertinos, anocheceres que no acaban en madrugada, sino, con mi cara en tu almohada. Una compleja mezcla de lealtad y traición, de dolor y amor, de insomnio, inspiración y creación, pero también, de cristales que perdieron tus manos al rozarme. Soy fuego, no porque queme, sólo porque consumo, arraso con todo. Mi llama disminuye pero no se apaga.
Ardo y comprendo que de miedo acercarse a un enjambre de llamas y nudos de fuego, sólo intento pasar desapercibida entre tanto hielo.
Soy parte de esa sonrisa que nació tras sellar el pacto, soy culpable de perderme entre tus vértices. Sólo soy eso, la asesina de un corazón que intentó latir.